No me vengan con esas fatalidades. La vida no es una casualidad, ni siquiera es coincidencia el estropicio que dejamos nos convenza de algo próspero. Creencias vulgares transmiten suertes de idolatrías, un rayo imprevisible, un final.
Ahora bien: no podemos ahondar en precipicios.
Ahora bien: no podemos ahondar en precipicios.
El tiempo que lleva entender esfuma la vida.
Ya imperceptible nos volvemos opacos,
y si se cierra la herida entonces se
CIERRA TODO.

1 comentario:
pero hay algo más, que vos sabés y yo lo sé, porque ninguno de los dos ha mentido, porque los dos lo hemos sentido, y no podemos obviarlo. Hay algo más que la contingencia no puede tocar. Y nos empezamos en creer que eso no existe, que no es suficiente, porque somos duros, y fuertes. Pero está, y es la razón por la que me destrozo cada vez que me mirás con tanta bronca, y que me odio cada vez que lo hago todo tan mal.
Publicar un comentario