viernes, octubre 26

No me gusta lo que leo.
Pero hay algo salado que dan ganas de romper paredes
volver el mundo
cantar "Le ciel das una chambre".

No me gusta lo que leo.
No me pertenece.
No fue hecho para mí.

Igual que vos.
Aunque tanto me pese.

jueves, octubre 25


“EL TIEMPO NO PASA
--
DA VUELTAS”
--
-G. García Márquez-

miércoles, octubre 24

SUEÑO I

“Paseaba, corría de la mano de mi hermana prima. Comprábamos regalos en medio de un desierto de arena y cada tanto un río, lago, un pedazo de agua entre juncos nos encontraba. No podía quedarme a entenderlo: había que llegar a la librería, a la casa de ropa, a la juguetería, a comercios intermitentes entre sal y árboles. Cruzábamos una isla de lado a lado en busca de presentes navideños. Nuestra hermana prima menor se nos acercaba, cada tanto, y seguíamos un tramo las tres juntas. Hasta que se nos soltaban las manos.
Una vez desaparecida la menor en alguna choza de lucecitas blancas que quedaría doblando un sedero, la del medio se juntó con gente que jamás había visto yo antes, y yo corrí y corrí y corrí hasta llegar a la puerta de mi actual facultad.
Entré desesperada, buscando algún rostro conocido, algún que otro pasado. Pero era todo silencio, y un par de personas ajenas, pequeñas, grandes, diminutas. Subí hasta el cinebar, y todo había cambiado: la disposición de las mesas ocupaba un antiguo techo inhabitable; todo se había extendido y multiplicado. Ya no era ese rojo calcitrante el que marcaba en mi córnea un dibujo al revés: había más colores. Y más aire. Pensé haberme equivocado y seguí subiendo: eran solo oficinas. ¿Dónde estaba el verdadero cinebar? Allí arriba muchas damas organizaban ridiculeces de papeles que alguien escribía. Yo permanecí invisible. Perdida.
Bajé una vez más hasta planta baja, y allí encontré mi colectivo. Como si fuese costumbre yacía en el hall de la facultad, esperando que la gente subiera para partir. Muy extrañamente una vez arriba la imagen enloquecía: el colectivo subía las escaleras de la derecha, levantaba gente en el pasillo del primer piso, y bajaba por las de la izquierda. Yo solo recordaba tener que llegar rápido. Me dormí.

Llegue en algún momento al lugar indicado: vidrieras de un local vacío, adentro un ascensor que solo descendía. Allí abajo me estaban esperando. La casa subterránea tenía dos o tres cuartos nomás: en uno de ellos una cama gigante como de seis plazas albergaba a varias parejas y otros especimenes que parecían ser mis amigos y dormían placenteramente; en el otro estaba Sergio. Allí nos saludamos y me brindó información, que no recuerdo aún. Mis ojos se cerraban, la luz empezaba a entrar en el cuarto, y necesitaba un colchón urgente. Estaba muy nerviosa, me quedaban aún varios regalos de navidad por comprar. Sergio se extrañó de mi apuro, aún faltaban cuatro días para navidad y yo no lo había tenido en cuenta. No importaba ya, algo me estaba esperando, sabía que había algo muy importante que debía hacer. Otra vez el sueño me venció y caí en algún colchón semi desarmado.

En el living de la casa de Javier las paredes se estaban descascarando: iban a remodelar. No recuerdo bien qué había por detrás de tanta sábana acortinada, ni en lo que hoy es su cuarto.
Ester se precipitó a despertarnos a Sergio y a mí para informarme algo más sobre lo que tenía que hacer. El sótano ya estaba plagado de luz y mi deber no podía esperar. Me fui.
Más perdida aún regreso a la facultad por si acaso la visita del día anterior nunca hubiera sucedido. Vestida igual que hoy: remera verde, jeans azules, zapatillas All Star. Y ni siquiera había podido mirarme al espejo, pero sabía que todo en mí permanecía. Vuelvo de un arrebato al cinebar, y ahí estaba con su novedosa psicodelia. Subo a las oficinas cada vez más confundida. Un numero me cae de la cabeza a la boca, y el I-Ching, y lo terrible predestinado, y el hijo de otro. Le pregunto a una de las empleadas: -¿Dos mil siete, no?-.
Por un segundo eterno me mira fijo. Luego echa a reir a carcajadas.
-No, mi amor. Estamos en el dos mil doce-”
Podés querer el alba
cuando quieras
he conservado intacto
tu paisaje
podés querer el alba
cuando ames
venir a reclamarte
como eras

aunque ya no seas vos
aunque mi amor te espere
quemándose en tu azar
y tu sueño sea eso
y mucho más

esta noche otra noche
aquí estarás
y cuando gima el tiempo
giratorio
en esta paz ahora
dirás
quiero esta paz

ahora podés
venir a reclamarte
penetrar en tu noche
de alegre angustia
reconocer tu tibio
corazón sin excusas
los cuadros
las paredes
saberte aquí
he conservado intacto
tu paisaje
pero no se hasta dónde
está intacto sin vos
podés querer el alba
cuando quieras
venir a reclamarte
como eras
aunque el pasado sea
despiadado
y hostil

aunque contigo traigas
dolor y otros milagros
aunque seas otro rostro
de tu cielo hacia mí.


“Saberte aquí”, Mario Benedetti

martes, octubre 23


Verónica no se ríe.
Párpados pesados. Agujas.
clo, clo, clo, clo.
Más. Resiste. Más.

Verónica enrollada
Empuja con la punta de sus pies
Se sumerge en sangre.
Manto negro.

Verónica desastre.
Juega. Sabe que juega.
Siente calores que no son.
Vibra fantasías.

¡Depertá!
¡Huí!


¿Por qué tenés tanto de mí?
¿Por qué fui tanto de vos?

lunes, octubre 22

Yo no sé querer
no se, querer
nosequerer.

ni tampoco sé vestirme sin llorar
ni caminar descalza con cuidado
ni salir al patio con nubes negras
ni saltear la baldosa floja
ni escribir.
-ni escribir-

Pero peor aún:
nunca supe querer,
nadie me ha enseñado
muchos me han querido
nadie me ha explicado.

Aprender. Aprehender.
Urgente.

viernes, octubre 12

El desamparo inoportuno y delirante
concibió a mi viernes
como un hermoso amarillo.
..
..
"¿POR QUÉ ME ABANDONASTE EN UN PSIQUIÁTRICO?"
-V-
(del libro que no se habla)

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"...El tiempo se consume y lo demás no cuenta.
La vida es una cárcel con las puertas abiertas..."
Media Verónica
(se sugiere la versión de Pedro Aznar)
..
..

martes, octubre 9

"La señorita sabía que se le estaban censuradas frases tales como "te quiero" o "soy muy feliz aquí" por cuidar las formas, no vaya a ser que su compañero las malinterpretara y creyera cosas por demás, como alguna suerte de enamoramiento. Debían entonces ser reemplazadas con pequeñas caricias, miradas cómplices, o a lo sumo un "que bonito".
También se le estaban prohibidas ciertas preguntas. No debía de incumbirle qué era de su compañero el resto de los días. Después de todo, mejor no saber si ese encuentro se prolongaría en algún otro o quedaría allí. Pero bien impregnado estaba en la sangre de la señorita la necesidad del conocimiento: no por puro chusmerío, sino por coartar su imaginación. En la mayoría de los casos sucedía exactamente lo opueto: una vez en la realidad fantaseaba más de la cuenta. Pero era para ella estrictamente necesario reemplazar los signos de pregunta.
La señorita había aprendido muy bien el arte de dejar su perfume en camisas ajenas. Por su lado sólo se le entrometía en el pelo el aroma del compañero, puesto que solía andar desnuda de lado a lado.
El compañero, en cambio...
¿Quién sabe? ¿ Qué se quedaría pensando al despedirla?"


de "Espirales", por Alumbra

sábado, octubre 6

Caigo como alguna vez soñé irme
pero sin lluvia:
de una casualidad.
Recoro los antes usuales recorridos.
Representás tanto, ciudad...
lo vivido, lo leído, lo contado.
--
Un amor ahora sin llama
La soledad de las tardes de río
(¿Cómo se puede cercar un río?)
Alguna que otra maqueta ajena.
Y cargas. Y dibujos.
--
Buscar encontrarme con lo prohibido
y que lo prohibido me de señales.
Extrañar mi lugar, una suerte de incondicionalidades.
Tratar de entender las vigas deshechas de un verano.
--
Hoy volver, universidad y más que eso,
siendo mujer
sabiendo tanta oscuridad
habiendo estallado.
--
Y el curso preparatorio del sesenta y siete
donde a mamá se le escapó el teléfono
donde nació lo que me dio vida.
Y caras, muchas caras.
Y cuentos. Y miedos.
--
Ya me estoy yendo, ciudad.
Me quedo con tu imagen
imponente delante del sol.
Y con el olor de la casualidad
en el pelo.

jueves, octubre 4

Con los pies helados de dolor y las comisuras hacia abajo
sueño aún con despertar mañana y que "el mundo gire al revés":
haber transmutado en quien no sufra
que el tiempo vuelva a empezar sin miedos
saberme a salvo.
(al buen estilo Mulholland Dr)