Caigo como alguna vez soñé irme
pero sin lluvia:
de una casualidad.
Recoro los antes usuales recorridos.
Representás tanto, ciudad...
lo vivido, lo leído, lo contado.
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Un amor ahora sin llama
La soledad de las tardes de río
(¿Cómo se puede cercar un río?)
Alguna que otra maqueta ajena.
Y cargas. Y dibujos.
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Buscar encontrarme con lo prohibido
y que lo prohibido me de señales.
Extrañar mi lugar, una suerte de incondicionalidades.
Tratar de entender las vigas deshechas de un verano.
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Hoy volver, universidad y más que eso,
siendo mujer
sabiendo tanta oscuridad
habiendo estallado.
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Y el curso preparatorio del sesenta y siete
donde a mamá se le escapó el teléfono
donde nació lo que me dio vida.
Y caras, muchas caras.
Y cuentos. Y miedos.
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Ya me estoy yendo, ciudad.
Me quedo con tu imagen
imponente delante del sol.
Y con el olor de la casualidad
en el pelo.