Sobre un nueve de Julio de madrugada
I) Y yo estaba allí. Vi sus ojos empapados y un nosequé. Vi mi cara estupefacta y el resto rallentado, aturdido. No y sí, un brazo y otro y entonces el abrazo y el no quedó flotando, rebotando en el vacío que dejamos estar entre nosotros sólo porque nos pidió permiso. Y con ese secreto del deseo que el cariño propone me escapé.
II) (Deja vú) Tal cual lo soñaste dos años atrás, me agarraste de improviso. Ahora ya sabés que me hago la tonta para convencerme y que te busco entre multitudes si desaparecés sólo por curiosidad. No importó entonces quién pudiera alumbrarnos, si yo solía ser Alumbra aunque a esa altura ya había muerto la pobre. El matiz era bombardearnos un rato el alma de algún modo certero.
El taxi fue tal vez el mismo de aquél día pero el camino estaba tan cambiado que entendí las diferencias de distancias: pasaje a Chile. Cuánto, cuánto había transcurrido desde la gata ajena...
III) Yo te había escrito que eras el hombre azul mucho antes de tu foto. Te había escrito con los ojos redondos y arrugas en el pecho; de aquí a allá con un cariño de cabezas.
Vos te encargaste de escribir el resto, disgustante a los ojos de cualquier orador. Te hiciste cargo de escribirte desorbitado y caído rogando a la nada, vulnerablemente fuerte sin credulidad alguna.
Y yo volví a escribirte azul y redondo. Pero esta vez sin pretender salvarte.
IV) "¿Y? NO VOY"
Mucho tiempo después supo que Carmina parió cinco gatitos esa misma tarde.