viernes, abril 13

La marée haute




Del mismo modo que no se puede mirar hacia atrás la biblioteca blanca, los colores se baten y sale una paleta incoherente de marrones rojizos negros. 

Del mismo modo que un cello resonante rompe la muerte del living vacío, permanecen estáticos los muebles, como si un tornado fuera la calma. 

Y el parque, también estático, impactado del vaivén invisible y mi cabeza girando a mil grados por segundo. Todo yace. Todo ha yacido. Y el tiempo ha encontrado su instante preciso de silencio para revolver los presentes, pasados, futuros, mi mente y el corazón...


Ay, corazón, qué desgarro.